domingo, 7 de junio de 2015

LAGUNA LO GALINDO

Barrio Norte.
Concepción.

Hadas transparentes de laguna Lo Galindo.

1962 barrio norte, Concepción.
Después de las últimas gotas de lluvia de agosto, crecían a ras del suelo matas de hojas verdes brillantes y redondeadas, con sabor ácido amable, muy suave al paladar. A los 5 años podía apreciar con mayor nitidez los detalles de la tierra, en los rincones de las cercas de madera. Salíamos a caminar por las inmediaciones, en las mañanas en busca de leche "al pie de la vaca". Una señora nos vendía en algunas ocasiones cuando terminaba de alimentar a su ternerito. Pasábamos bordeando la laguna Lo Galindo en compañía de la perra "mona", ella nos potegía con su bravura, sus gruñidos y ladridos. Fue la primera en descubrir la danza de las hadas flotantes sobre las aguas, envueltas en velos de bruma y niebla matinal. Del asombro al deleite nos divertíamos correteando entre la hierba verdosa y la orilla plateada en movimiento, el viento colaboraba con nuestros juegos de alas.

1967, mayo atardeciendo solíamos rodar entre las hojas secas amarillas, reblandecidas por la humedad que flotaba entre las ramas semidesnudas, las pestañas sostenían pequeñas perlas de una incipiente llovizna. A los 10 años percibía con agudeza los aromas de la corteza de los árboles, del musgo que orillaba Lo Galindo. Al retirarse el último rayo de sol, acudían los serafines rodeados por sus hadas, formándose en ese instante, justo después del vago recuerdo luminoso. Entonces, comenzaban a flotar, a deslizarse rozando el centro de las aguas lisas como espejo.

El encuentro con emociones poderosas, forjaron en aquél lugar mágico, siluetas humanas, custodios, de halos respirando cada año. Sombríos descansan sobre las ondinas. 

Ciertos visitantes, suelen ver y entrar a una dimensión, extrañamente frecuentada por figuras transparentes, cristalinas, alegres y juguetonas. Un vapor delicado los transporta en su interior.

Marcia Flandes.

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