sábado, 14 de abril de 2012

DAÑOS POR EL ALCOHOL Y EL TABACO




El consumo de alcohol ha escapado hasta ahora a la presión social ejercida sobre otros tóxicos como el tabaco o las drogas. Sin embargo, los problemas sanitarios que genera este compuesto igualan o superan a los debidos a la nicotina o a la arterioesclerosis.
Una revisión de 'The Lancet' repasa la epidemiología, el tratamiento y las políticas preventivas en torno a este problema.
60 trastornos que genera el alcohol
Hasta la fecha se han identificado más de 60 patologías producidas por las bebidas alcohólicas. Por poner algunos ejemplos: el 7% de los tumores de mama, el 18% de los ictus, el 39% de las cirrosis, el 25% de las muertes en accidente de tráfico y el 26% de los homicidios están directamente relacionados con el consumo de alcohol.
Tan importante como la cantidad bebida es el patrón de consumo. Se ha comprobado que la ingesta intermitente y en grandes cantidades(bebedores de fin de semana) produce problemas propios, independientemente de la cantidad total consumida.
El grueso de las investigaciones sobre alcohol y enfermedad se han centrado en tres procesos: cáncer de mama, enfermedad coronaria y violencia.

  • Cáncer: La aparición de tumores mamarios está directamente relacionada con la cantidad de alcohol consumida. Para bebedoras de 60 gramos diarios (dos o tres cervezas y dos copas), el riesgo aumenta en un 41%. El problema se incrementa si además la mujer está recibiendo terapia sustitutiva con estrógenos, ya que sus potencian los efectos del alcohol.


  • Problemas cardiacos: Éstos se reducen con consumos inferiores a los 20 gramos diarios (dos vasos de vino). Sin embargo, la bebida irregular o sostenida de elevadas cantidades de alcohol incrementa el riesgo de padecer trastornos coronarios, no sólo angina de pecho o infarto sino también insuficiencia cardiaca, ya que el etanol es un tóxico directo para el músculo cardiaco.


  • Violencia: Donde los efectos del alcohol son más intensos es en las lesiones inducidas por violencia, a veces criminal. Se incluyen aquí las agresiones y también las debidas a conducción temeraria.Estudios en animales y humanos han demostrado claramente cómo el etanol favorece el comportamiento agresivo, entre otros aspectos, porque reducen el miedo, la ansiedad sobre las consecuencias legales, sociales o físicas de sus acciones y empuja a la realización de actuaciones arriesgadas. Si añadimos a la receta una reducción sustancial de las funciones cognitivas y los reflejos, obtenemos un cóctel explosivo.

  • El consumo de alcohol varía de forma importante en diferentes regiones del mundo: en general se bebe más en países ricos o no afectados por restricciones religiosas. Esto hace que el porcentaje de patologías de las que la bebida es responsable, también oscile entre un 1,3% para los países menos avanzados hasta el 12,1% en la antigua Unión Soviética. Se ha estimado que de media, el 4% de las enfermedades mundiales están afectadas negativamente por el alcohol. Una cifra espectacular sólo superada por la delgadez (9,5%), el sexo de riesgo (6,3%) y la hipertensión arterial (4,4%).

    Todos los tratamientos pueden servir
    El manejo de los problemas derivados del consumo de alcohol excesivo varía en función de su intensidad. Para bebedores importantes puede ser suficiente una breve intervención en medicina primaria. Sin embargo, situaciones con repercusiones psiquiátricas o alienación sociolaboral de fondo, requieren un ataque más profundo.
    En estos últimos casos se busca la abstinencia total, el manejo de situaciones agudas médicas o psiquiátricas, la asistencia ocupacional e interpersonal o la solución de problemas básicos de alojamiento y trabajo; todo ello encaminado a una recuperación del individuo a largo plazo.
    A veces se recurre al empleo de fármacos pero no hay investigaciones que demuestren que este tipo de medidas consigan mejores resultados que otras menos drásticas como el manejo domiciliario de la situación y los grupos de apoyo como Alcohólicos Anónimos.
    Respecto a los fármacos, las benzodiacepinas se encuentran en el eje central de la terapia: tienen un perfil farmacológico seguro y controlan la mayoría de los síntomas (nerviosismo, ansiedad, insomnio) generados por el etanol. Otras opciones como el disulfirán, que producen sensaciones muy desagradables cuando el sujeto bebe, son peligrosas y de difícil cumplimiento por el paciente de no tener un fuerte apoyo por su familia y entorno.
    Varias conclusiones pueden obtenerse de los conocimientos existentes sobre el manejo de los problemas relacionados con el alcohol:

  • Los sujetos que reciben ayuda, sobre todo si ésta llega a tiempo, tienen un mejor futuro que los que no la reciben.


  • La intensidad y duración del tratamiento no están asociadas con unos mejores resultados.


  • Los ingresos en instituciones no son más eficaces que otras opciones alternativas.


  • No hay suficiente evidencia como para inclinarse por las intervenciones farmacológicas frente a la psicoterapia ni viceversa.




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